«Oye Siri», «Alexa», «Ok Google»… Estas frases han pasado de ser simples comandos tecnológicos a formar parte de nuestro día a día. Nos ayudan a poner música, resolver dudas al instante o incluso gestionar tareas sin necesidad de tocar una pantalla. Pero, ¿alguna vez te has preguntado hasta qué punto estos dispositivos están atentos a lo que decimos?

Recientes incidentes han despertado preocupaciones sobre la privacidad. Desde grabaciones filtradas de conversaciones privadas hasta activaciones inesperadas sin que el usuario haya pronunciado la palabra clave, cada vez son más los casos que ponen en entredicho la seguridad de estos asistentes. Por ejemplo, se han documentado situaciones en las que dispositivos de Google y Amazon han almacenado fragmentos de conversaciones sensibles sin consentimiento explícito, lo que ha generado dudas sobre el uso y protección de estos datos.

Ante este panorama, ¿deberíamos desconectarlos y olvidarnos de su existencia? No necesariamente. Estos dispositivos ofrecen una gran comodidad, pero es crucial aprender a usarlos con responsabilidad y tomar medidas para proteger nuestra privacidad. Aquí algunos consejos prácticos:

1. Ajusta la configuración de privacidad

  • Desactiva el almacenamiento automático de grabaciones en la nube.
  • Verifica qué aplicaciones tienen acceso a tu asistente y revoca permisos innecesarios.
  • Configura la eliminación periódica del historial de interacciones para reducir la acumulación de datos.

2. Ubicación estratégica y uso responsable

  • Evita colocar el asistente en lugares donde se discutan temas sensibles, como oficinas o dormitorios.
  • Desactívalo manualmente cuando no lo necesites, especialmente en reuniones o llamadas importantes.
  • Asegúrate de que tu dispositivo esté conectado a una red WiFi segura para reducir el riesgo de accesos no autorizados.

La tecnología avanza a pasos agigantados, y con ella, las preocupaciones sobre privacidad. Sin embargo, la clave no está en rechazar estos avances, sino en usarlos de manera informada y consciente. Al final, la pregunta no es si los asistentes virtuales nos están escuchando, sino si nosotros estamos prestando suficiente atención a lo que permitimos que escuchen.